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Estimado colega:
Quiere la Dirección Ejecutiva de la Federación Latinoamericana de Cirugía, aprovechar este boletín para hacer llegar a usted y su familia nuestro más afectuoso saludo de Navidad y los más profundos deseos para un Venturoso 1999. Nada mejor que estos días de descanso para meditar sobre algunas inquietudes en el ejercicio de nuestra amada profesión a los finales de este siglo y a portas del nuevo millenium. Si bien es cierto que la llamada globalización tan mencionada hoy en todas las disciplinas ha traído a la práctica médica una mayor cobertura de servicios, básicamente a la población de escasos recursos, que posiblemente en algunos sitios de nuestra Latinoamérica no tenía ninguna posibilidad ni siquiera de una adecuada atención primaria, es también cierto que la aparición cada día de más intermediarios entre el médico y su paciente, profanando el más básico de los principios hipocráticos, ha disminuido la calidad del acto médico. Aceptamos que el costo de la salud es alto y cada día
más oneroso, debido al gigantesco advenimiento de la
cibernética, a las nuevas tecnologías, al costo
investigativo de los medicamentos y numerosos otros
factores, pero eso no es justificación para que en gran
parte del continente los honorarios o retribuciones al
médico por su trabSߌ)h‹à0E®4•+fIÄ3^¤£sÄÎJ*yè|?eâžxñÒÙ_b>añ1hÈ#<%Ýúùu¿öP\Q(š¼Y”1bûdxòw^®ˆtF
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